Puede que nunca sepamos cómo murió Tutankamón, pero parece que ya
sabemos de qué falleció Ramsés III, y no fue precisamente de muerte
natural: le rebanaron la garganta. Una nueva investigación sobre la
momia del rey, una de las más queridas por los aficionados a la
egiptología, ya que tuvo el privilegio de ser la que inspiró la
caracterización de Boris Karloff y Lon Chaney Jr. en la serie de
películas clásicas de terror iniciada con La momia (1932), ha concluido que el notable faraón de la XX dinastía fue brutalmente asesinado.
En una carambola digna del CSI (sección tebana) o Mentes criminales,
los científicos afirman haber dado, apenas 3.000 años después del
crimen, con el asesino del faraón (o al menos uno de ellos). Fue otra
momia, esta realmente espantosa, no en balde se la conoce como la Momia
Aullante, por su atormentada expresión. En esa segunda momia, los
estudiosos identifican al príncipe Pentaura, hijo de Ramsés III, que fue
uno de los principales implicados en el conocido complot palaciego para
matar a su padre bautizado como la Conjura del Harén, y al que, según
las fuentes, se le obligó a suicidarse, posiblemente por estrangulación.
Y luego dicen que la historia antigua no es interesante...
Resulta curioso que nadie se hubiera dado cuenta antes de que la
momia de Ramsés III presenta un tajo delantero en el cuello de tal
envergadura que, según el nuevo análisis, le cortó la tráquea y la
carótida y le alcanzó la espina dorsal. Vamos, una herida mortal de
necesidad y realizada con una hoja afilada y evidente mala leche. Hasta
ahora se especulaba con la causa de la muerte e incluso un reconocido
egiptólogo como Jean Yoyotte apuntaba en 1996 que la momia “no presenta
huellas de violencia” (!). Es lo que tienen las momias: no paran de dar
sorpresas; recordemos la alegría que nos proporcionó Tutankamón al
recobrar su pene. Es cierto que la momia de Ramsés III llevaba el cuello
muy tapado (con capas espesas de lino), como para no coger frío.
Los resultados de la nueva investigación los ha publicado el lunes pasado en el
British Medical Journal
un equipo encabezado por el paleopatólogo y antropólogo molecular
Albert Zink, del Instituto para Momias y el Hombre de Hielo (que ya es
centro) de Bolzano (Italia). Zink ha estudiado también al (des)congelado
Ötzi y, en un contexto mucho menos frío, a las momias de la época de
Amarna (Tutankamón y familia).
Los científicos realizaron tomografías computerizadas a los cuerpos
de Ramsés III y la Momia Aullante (conocida también de manera menos
descorazonadora como Hombre Desconocido E), que se encuentran en el
Museo Egipcio de El Cairo, y les extrajeron muestras para análisis de
ADN, cuyos resultados, afirman, “sugieren fuertemente” que son padre e
hijo.
Ambas momias fueron descubiertas en 1881 en el escondite (cache) de
Deir el Bahari, un popurrí de cuerpos embalsamados que los sacerdotes
habían resepultado allí piadosamente tras siglos de saqueos (Ramsés III
tiene su tumba original en el Valle de los Reyes, la KV11, la famosa de
los arpistas ciegos). Maspero, el gran egiptólogo, desenrolló in situ a
Ramsés III ya buscando heridas que probaran que no sobrevivió al
mencionado complot palaciego.
Las fuentes del coup d’état ramésida son tres papiros: el
papiro judicial de Turín y los papiros Rollin y Lee, más cortitos. Los
textos nos hablan de una tremenda conspiración para asesinar al rey en
la que estarían involucrados una reina secundaria, Tiy, y el hijo de
esta, el citado Pentaura —al que se habría querido colocar en el trono
en lugar del legítimo heredero—, así como otras esposas y una larga
lista de funcionarios, muchos de ellos vinculados al harén real. El
papiro de Turín nos proporciona nombres de esos “grandes criminales”,
algunos presentados con seudónimos deshonrosos como el mayordomo
(siempre hay uno en estas situaciones) Mesedsura, que significa “odiado
de Ra”. En la lista de magnicidas hay seis inspectores del harén, un
cargo sin duda de confianza. También había escribas, un capitán de
arqueros nubio y un heraldo, que parecen ocupaciones menos distraídas.
La conjura incluía un levantamiento popular y el uso, probablemente
menos efectivo, de magia negra, con el empleo de imágenes de cera. A los
acusados se los juzgó por grupos, y 38 fueron condenados. Varios fueron
obligados a suicidarse en el propio tribunal. Por las fuentes no
sabemos si el faraón sobrevivió a la conspiración.
Ahora, el tajo del cuello, que no parece resultado de un descuido del
barbero, y el complot parecen sumar dos y dos. Además, los científicos
han hallado en la herida de la momia un amuleto wedjet (un ojo de Horus) que habría sido colocado para sanar ritualmente al faraón en la otra vida.
En cuanto a la Momia Aullante, cualquiera que la vea no puede dejar
de pensar que le ocurrió algo muy grave. Los autores de la nueva
investigación señalan indicios de estrangulamiento. El cuerpo además no
fue momificado de manera usual, sino bastante cruda (!), y se lo cubrió
con una ritualmente impura piel de cabra, lo que se interpreta como
evidencia de un castigo eterno.
La idea de que esta fea momia pudiera ser el hijo asesino de Ramsés
III ya la había adelantado en 2008 el ínclito Bob Brier (el arqueólogo
estadounidense que fabricó una momia moderna con un cuerpo donado a la
ciencia). También se había hecho notar que la expresión agónica del
rostro podía deberse a que el individuo fue momificado en vida y se le
vertió resina por la garganta...
Yo no sé ustedes, pero a mí todo el asunto me recuerda muchísimo al argumento de
The mummy, la película de 1999 (aunque no sabemos si Tiy tenía la envergadura de la inolvidable Anck su Namun de Patricia Velásquez).
¿Y en toda esta historia dónde está Zahi Hawass?, se preguntarán.
Bueno, la de Ramsés III era una de las investigaciones que se
desarrollaban bajo su implacable mirada desde hace años y que, de
culminar durante su mandato, él se hubiera encargado de protagonizar con
gran despliegue mediático, sombrero incluido. De hecho, el diario
egipcio Al Ahram le atribuye al antiguo ministro de Antigüedades el
liderazgo del equipo que ha reabierto el viejo caso...
Fuente: El País de España